LA COATLICUE Y BEATRIZ PAREDES

ENTREVISTA IMPOSIBLE

Regresando de vacaciones de la semana santa, el azar hizo coincidir en asientos contiguos a la imponente diosa mexica, Coatlicue, y a la no menos imponente (ejem) lideresa priísta, Beatriz Paredes.

-Este… disculpe si la molesto, pero quería decirle que me gusta mucho su collarcito de piedra— le dice Beatriz a su vecina de asiento.

Con voz cavernosa que viene de muchos siglos atrás, la Coatlicue le responde:

-No me molesta, en absoluto. Gracias. Pero veo con asombro que usted trae uno igual al mío… ¡Pero con manos, cráneo y corazones de verdad!

-Así es ¿no es espléndido? Cada pieza representa una década en la que hemos controlado México. Mire, esta mano es de obrero, este corazón fue de un campesino, esta calavera es de estudiante, esta otra mano perteneció a un maestro rural, etcétera, etcétera. ¡Qué bellos recuerdos! Nomás espero que en 2012 al fin podamos retomar el poder, para continuar expandiendo mi collar— suspira la Paredes.

-Por lo que me dice, entonces continuaron los sacrificios humanos en estas regiones. Me lo imaginaba. Las inercias son fuertes.

-¡Ah, no, eso sí! En mi partido siempre hemos procurado hacer pervivir esas costumbres tan nuestras y que tanto nos han distinguido. El sacrificar al pueblo y extraerle todo con tal de que continúe girando el sol (este, quise decir nuestro poder), no iba a ser la excepción— dice de lo más oronda la tlaxcalteca.

-Pero noté que habla de retomar el poder. Le preguntaría quién lo tiene, entonces— cuestiona la gran diosa de todo lo vivo y lo muerto.

-Un partido muy añejo, el PAN, pero que lo está haciendo tan mal, realmente tan mal, que seguramente no podrá repetir. Y ahí es donde trataremos de colarnos de nuevo.

-Para seguir subiendo gente a la cima de la pirámide, ¿cierto?

-La tradición obliga, gran dama de piedra. ¡Es nuestra especialidad!

Finalmente la Coatlicue, madre de dioses, no puede más y exclama:

-Las serpientes de su falda…¡también son reales! ¡Y además se ven de lo más peligrosas! ¡Qué horror!

-Veo que no pudo dejar de notarlo –responde la dirigente tricolor con una sonrisa orgullosa–. Pues sí: Usted habrá usado faldas de serpientes de piedra por centurias, pero le diré una cosa: Para faldas, las mías…¡y para serpientes, también! La pétrea deidad contempla por la ventanilla el paisaje. Melancólica, piensa en todo lo que ha visto nacer, crecer y luego morir y pudrirse. Algún día, sin duda, y más temprano que tarde, recibirá al partido de su vecina de asiento. Y lo hará con los brazos abiertos.